La entrada al colegio

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Una nueva etapa llena de ilusión.

Después de tres años de eventualidad se miraba con anhelo la definitiva ubicación del colegio en Ayete y, a pesar de que la marcha de las obras había sufrido una notable demora, la Junta Rectora decidió que había que pasar a ocupar ya el edificio actual de San Patricio. A finales de agosto de 1979 se afrontaba un nuevo pero definitivo traslado de enseres y se ponían a punto aulas, espacios. Esto requería nuevamente el concurso de todos, en una desinteresada colaboración que una vez más daba lugar a las situaciones y escenas más inusitadas.

Sin embargo, estas labores, tan llenas siempre de buena voluntad, pronto empezarían a tener la impronta de José Ivars. Desde su incorporación a la plantilla aquel verano del 79, se le empezó a conocer como “el que lo arregla todo”.

Con el traslado y la instalación se iniciaba una nueva etapa igualmente llena de ilusión pero, al mismo tiempo, marcada por las dificultades a las que había que hacer frente. El acceso al colegio, el interior del edificio, las instalaciones… estaban aún en proceso de mejora.

Esta situación de precariedad, que empezaba ya a parecer una constante en San Patricio, era vista de manera diferente: el colegio estaba ya en su sitio e iba asentando sus propios cimientos.

Cuando acaban las obras el colegio tan sólo contaba con dos personas que se ocupaban de la limpieza diaria. Por esta razón, muchos padres acudían los fines de semana al colegio para trabajar en aquello que se necesitase.

Se plantaron setos y arbustos en las zonas de paso y un mes de enero se organizó una campaña de recogida de árboles de Navidad. Fueron muchas las familias que trajeron su abeto para dejarlo plantado en el colegio. Hoy es el día en el que, además de formar un discreto bosquecillo en la parte baja del colegio, sirven de barrera acústica que aísla las clases de las plantas inferiores del ruido de la autopista.

Por fin San Patricio contaba ya con su edificio.

Un edificio que se había proyectado con capacidad suficiente para albergar un centro educativo que ofreciera todos los niveles desde Preescolar hasta C.O.U. en dos líneas.

A partir de la década de los ochenta se siguieron acometiendo obras de ampliación, mejora o acondicionamiento, pero ya de manera tranquila y sosegada, aprovechando épocas vacacionales y minimizando la repercusión de las mismas en la dinámica colegial, hasta lograr la imagen e infraestructuras con las que contamos hoy en día.